Saturday, April 07, 2007

El placer del dolor


Otra vez estoy resfríada, otra vez mis súper defensas dieron paso al lado y se colaron los más ínfimos microbios gripales y tengo la garganta gorda y la nariz tirando fluidos. De sólo pensar que puede ser amigadalitis me da susto, aún me duele el pinchazo que me dieron hace más de 3 años. Mi amiga Carola dice que la loquilla del consultorio me dejó el músculo tomado, la cosa es que a veces, cuando me ducho, siento el dolor del pinchazo en mis pompas.

Pero no todo el dolor es así, o por lo menos ahora hago la distinción entre un dolor que uno no quiere y que no llega a ningún lado y el otro es uno que uno se provoca y que tiene una finalidad. Lo que conté de mi penicilina corresponde al primer caso y lo que contaré ahora al segundo.

Si hay algo de lo que me he dado cuenta últimamente es que soy hedonista. Disfruto de las más diversas cosas placenteras. De todas. El asunto es que cuando descubro cosas placenteras siempre quiero más. Y más. Y más. Y más. Y el dolor en cierta manera está incluído en esto.

El asunto es que a los 15 años (otra vez) decidí hacerme más hoyos en la cabeza, y la cosa era tener aritos por todas partes. Pero fue hasta los 17 cuando tuve mi primer aro en al nariz, orificio que me acompaña hasta el día de hoy y que mi mamá luchó porque me hiciera hasta después de la graduación. Se me ha infectado y todo, pero insisto y vuelvo a la carga. Ha pasado por mil piedritas de colores y se ha unido en mis momentos de rebeldía, como cuando usé la argolla, que me hacía ver toda mala.


Después, una vez que fuimos a un encuentro de historiadores del arte en Valpo, después de la media caña, de vivir literalemente a la vida, no tener cama, ni nada seguro para esos días y esas noches, y no teniendo nada que hacer, fuimos a una feria artesanal a hacernos perforaciones. Así como con un loquillo "profesionalsh" del piercing. Entré a su "despacho" y tenía una pizarra, en dónde sujeto dibujó mi oreja y me empezó a explicar un montón de cosas que me hacían la competencia para ser el "Shanto" del bicentenario, que el lóbulo, que el triángulo de las bermudas, que los aceites aromáticos y no sé cuánta cosa que no venía al caso, pero que según él después me comentó era para que se me pasaran los nervios. Hay que decir que los orificios en los cartílagos demoran harto en cicatrizar, de hecho el mío tiró fluidos como 6 meses, pero como contaba, en ese momento no contaba con alcohol, ni algodoncito, por lo que procedí a "desinfectarme" con el limón de la paila marina. Error! usted no lo haga nunca!!! Creo que ví burros de todos los colores del arcoiris. Pero lo seguí haciendo durante todo el viaje..... ahora que lo pienso tal vez por eso no cicatrizaba nunca la cuestión..... en fin...


Hace un montón de tiempo que tenía ganas de hacerme otro piercing, la cosa es absolutamente adictiva, y estuve todo el año pasado discutiéndolo con mi almohada, mal que mal quería hacerlo en la lengua, lugar que claramente uno siente más. Y luego de acompañar a varios amigos, el 2 de enero de este año fuimos a por el mío. Lindo, con brillantina y todo, tuve como una semana la lengua gorda y claramente mi tartamudez habitual se ha hecho más evidente. Pero filo, yo estoy feliz. Y de hecho ya estoy pensando dónde poner otro......... aunque de repente pase de los aros a los dibujos..... no me vendría nada de mal su par de estrellitas...















Dedicado: a la Jo! que fue la primera en decidirse, a la Moniqui que fue la segunda y al amigo Seba que no contento con el piercing le aplicó a la expansión.
Subdedicado: al antiguo perforador oficial de la feria Santa Lucía y a las nuevas piercineras del Euro.
Subdedicado II: a Lolín que me acompañó en la ocasión de la lengua.